“La historia del hombre es la historia de sus imágenes”
Emilio García Fernández, et. al. (2006)
Al hablar de que la presente es la era de la industrialización y la mercantilización, se hace referencia a que éstas alcanzan ámbitos amplios de la vida, más allá de los eslabones más visibles de las cadenas productivas. Uno de tales ámbitos es el de la producción de imágenes, en el cual esta situación alcanza dimensiones enormes. En el contexto de los medios masivos de comunicación, en especial de los visuales y audiovisuales cabe plantearse preguntas como: ¿qué papel juega la imagen?, ¿quién se encarga de la producción de la enorme cantidad de imágenes que llega diariamente al público?, ¿qué motiva esa producción? En especial, ¿cuál es el papel del diseñador gráfico en esta coyuntura? El presente texto abordará los temas surgidos de estas preguntas, en especial esta última. Dado que la imagen adquiere una importancia, que parece crecer día a día, en la forma en que concebimos e interpretamos el mundo, estas reflexiones se vuelven cada vez más necesarias. En particular, es preciso plantearlas considerando los factores que repercuten en la existencia concreta de los sujetos expuestos a ellas, y no en la serie de idealizaciones y deseos que puedan despertar en ellos.
De acuerdo con el maestro Fernando Zamora, vivimos en un “mundo imagen”, un término con el que el autor quiere denotar no solamente la dimensión visual, sino también conceptual de las imágenes. Es a través de ellas como percibimos e interpretamos el mundo. En el contexto actual, caracterizado, entre otras cosas, por algo que podríamos llamar globalización visual, una parte sustancial de nuestra concepción del mundo proviene de las imágenes mediáticas. Zamora describe estas últimas como “un objeto de consumo inmediato, desechable casi, y que como mercancía individual tiene un valor muy bajo, si bien su gran capacidad de reproducción la convierte en un buen negocio.” El contenido de los mensajes difundidos a través de, o con la herramienta añadida de las imágenes que aparecen en los medios masivos, corresponde, en su concepción y definición, a los intereses de las clases dominantes en el ámbito político-económico. Estos sectores de la población, en lo que se refiere al público al cual se dirigen, “absorben y anulan las diferencias construyendo un entorno cada vez más unidimensional” Zamora (2008).
Llegados a este punto, se plantea la cuestión de quiénes son los encargados de la elaboración formal de las imágenes producidas en este ámbito. Surge aquí, con gran preponderancia, la figura del diseñador gráfico, quien incluso surge como tal en la era industrial (aun cuando no todas las formas en que ejerce su disciplina se circunscriban al ámbito mercantil, o al servicio prestado a las elites políticas y económicas). El objetivo principal del diseño gráfico es transmitir un mensaje de manera efectiva a un público. Hablando de su labor en esta área, es decir, la de los medios masivos de comunicación, la capacidad significativa (al menos en lo que se refiere al entorno cultural), se ve nulificada frente a la persecución de fines más pragmáticos: el incremento de ganancias de una empresa, la difusión de ideología política, entre otros. Cada vez con más frecuencia, el mensaje que se transmite con las imágenes elaboradas por los profesionales del área se convierte en un instrumento de control y orden perversos.
En el momento presente de la historia, la problemática socioeconómica crece en sectores cada vez más amplios de la población, lo que constituye una llamada de atención para los profesionales de prácticamente todas las áreas. En otras palabras, la responsabilidad social debe volverse una consideración ineludible en el ejercicio de la profesión, tanto para aquellos dedicados a las ciencias humanas, como para los profesionales de las artes y las ciencias. En el caso concreto del diseñador, se vuelve imperativo el replanteamiento de la naturaleza del trabajo que realizan aquellos dedicados a la producción de imágenes en el ámbito de los medios masivos de comunicación. En especial, aquellos que desarrollan este trabajo están llamados a elaborar una reflexión seria en torno de la legitimidad de los fines de su obra.
La responsabilidad social del diseñador gráfico, nos dice Daniel Prieto, consiste en primera instancia, en asumir las implicaciones sociales de su labor. El conocimiento de estas implicaciones hará posible la creación de imágenes que funcionen como herramienta para regenerar lazos sociales que han sido rotos, para restaurar la memoria histórica, para vincular la experiencia de la cotidianeidad con causas que la trasciendan. Todo lo anterior, tanto en lo que se refiere a los mensajes destinados a un público amplio, como a los que son destinados a pequeñas comunidades.
Esqueda R. (2000). El juego del diseño un acercamiento a sus reglas de interpretación creatvia. D.F., México: Designio teoría y práctica.
García Fernández E., Sánchez S., Marcos M. y Urrero G. (2006). La cultura de la imagen. Madrid, España: Fragua.
Prieto D. (1990). Diagnóstico de comunicación. Quito, Ecuador: CIESPAL.
Zamora F. (2008 ). Hermenéutica de la imagen y teoría de la imagen: Herramientas de la investigación artística. Texto no publicado Universidad Naciona Autónoma de México, UNAM. D.F., México.
No hay comentarios:
Publicar un comentario