“El infierno de los vivos no es algo por venir; hay uno, el que ya existe aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos esperando juntos. Hay dos maneras de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de dejar de verlo. La segunda es arriesgada y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quien y que en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure y dejarle espacio”.
Las ciudades invisibles
Italo Calvino
Casi todas las imágenes que se publican en este blog son creaciones mías y están inspiradas en mi infancia.
A veces soy azul, a veces verde, a veces de menta y chocolate, y otras veces huelo a violeta. Sueno a campanitas y ha llegado a suceder que me salen alas en la espalda o rueditas en las patas. En mi habitación llueven gatos dorados por la noche y en los días nublados crecen ventanas en las paredes. Los niños, las nubes, los dulces, la vainilla, las estrellas, el mar y los conejos hacen brillar mi sangre. Trabajo haciendo burbujas para el viento, tengo un venado verde que habita en mi corazón y un árbol viejo y deshojado que florece blanco e ilumina la música del aire que me rodea.
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